miércoles, 13 de marzo de 2024

No recicles, sólo separa: una nueva perspectiva sobre la gestión de residuos.


En la búsqueda de una gestión de residuos más eficiente y responsable, es esencial reconsiderar la manera en que abordamos nuestra participación como ciudadanos.

Por décadas, se nos ha instado a "reciclar" nuestros residuos, de los que generamos casi 500 Kg al año cada español, por cierto, sin embargo, es crucial entender que los ciudadanos no son los responsables directos del proceso de reciclaje. Este es un proceso industrial, realizado por empresas especializadas, cuando los materiales se recolectan de los centros de procesamiento de residuos municipales o provinciales o directamente de los grandes generadores de desechos, como industrias, supermercados y grandes establecimientos de distribución. 

Estas empresas recicladoras, que se especializan en distintas fracciones de residuos como plásticos, papel, metales, aparatos eléctricos y electrónicos (los denominados RAEEs), neumáticos fuera de uso, etc., operan bajo mandato o por cuenta de los sistemas de responsabilidad ampliada de los productores (SCRAPS). Estos sistemas, como ECOEMBES, ECOVIDRIO, ECOTIC, SIGNUS, entre otros, están formados por las empresas fabricantes de productos o envases, constituidos para gestionar el importe que se cobra al consumidor al adquirir un producto y cubrir los costos de recogida y gestión de los residuos generados por sus productos o envases, compensando tambień a las administraciones locales por los gastos adicionales asociados a esta gestión de recogida separada selectiva. 

Los montos que estos sistemas colectivos abonan a las administraciones locales por los materiales recogidos son más elevados cuando las fracciones vienen separadas "desde origen", es decir, cuando los ciudadanos las separan en sus hogares o establecimientos. Por otro lado, si los materiales llegan a las plantas de tratamiento mezclados en el contenedor gris u otro contenedor inapropiado, el precio recibido por estos materiales, una vez seleccionados y separados, es menor.  Es decir, se paga más por una botella de plástico que haya llegado al centro después de haber sido depositada en el contenedor amarillo, que si llegó desde un contenedor gris y debió ser extraída de entre los residuos mezclados, manual o mecánicamente.

Este enfoque tiene un impacto positivo en los costos totales de gestión de residuos para las administraciones locales. Poniéndolo en términos sencillos, si recoger y gestionar los residuos le cuesta a una administración 10 millones de euros al año, pero luego recibe 2 millones por la venta de materiales recogidos separadamente o separados en la planta, el coste final será de 8 millones de euros. Esta sencilla ecuación adquiere mayor relevancia, cuando el coste, total y real, de recogida y tratamiento de los residuos deben sufragarlo proporcionalmente todos los ciudadanos mediante una tasa municipal de residuos, algo que la Unión Europea y la nueva ley de residuos aprobada en 2022, establecen como obligación en los municipios a partir de 2025. 

Por tanto, la clave no es pedir a los ciudadanos que "reciclen", sino más bien incentivar la acción de "separar" los residuos en sus hogares y depositarlos en los contenedores correspondientes en las vías y espacios públicos. 

Ante algunas preguntas frecuentes y “mitos urbanos” que surgen en relación con estos procesos, es importante proporcionar respuestas claras. La noción de que no tiene sentido separar los residuos en casa si luego se mezclan en las plantas de tratamiento, “para qué voy a reciclar si luego lo juntan todo”, como hemos oído tantas veces, carece de fundamento.  

Como hemos mencionado, las empresas recicladoras valoran más positivamente los materiales separados desde el origen, lo que significa que no tendría sentido volver a mezclarlos en la planta, porque habría que separarlos de nuevo, si se quiere recibir un importe por su venta y eso supondría recibir un menor precio. Como vemos, no tiene ningún sentido juntar nada que venga ya separado... 

Otro mito común o más bien excusa habitual, es que las personas no saben en qué contenedor depositar sus residuos. Sin embargo, las encuestas y la experiencia de veinticinco años de sistemas de gestión de residuos en funcionamiento sugieren lo contrario. Aunque puede haber dudas ocasionales, los ciudadanos están bien informados de la separación de residuos, y hay muchos canales disponibles para obtener información adicional si es necesario en casos concretos. 

En resumen, es fundamental que los esfuerzos destinados a aumentar las tasas de reutilización y reciclado de residuos se centren en instar a los ciudadanos a separar y depositar adecuadamente SUS residuos. Los sistemas de responsabilidad ampliada, las administraciones locales y las empresas privadas prestadoras de servicios públicos deben liderar campañas de concienciación que promuevan este enfoque más práctico y efectivo. 

Al adoptar esta nueva perspectiva y cambiar nuestra narrativa de "reciclar" a "separar", estamos allanando el camino hacia una gestión de residuos más eficiente, sostenible y responsable. Reciclar es complejo, suena complicado, separar es sencillo, cualquiera puede hacerlo. Es momento de empoderar a los ciudadanos para que tomen medidas concretas y se responsabilicen de su parte en la reducción, no olvidemos que el mejor residuo es el que no se produce, la separación y el reciclaje de residuos, contribuyendo así al cierre del círculo de la Economía Circular, la protección del medioambiente y a la construcción de un futuro más limpio y saludable para todos. 

¡No recicles, SEPARA! 

miércoles, 6 de marzo de 2024

El Desafío de Reverdecer Nuestras Ciudades: Entre Expectativas y Realidades


La primavera se desplegará en breve con su esplendor característico: los árboles reverdecen, las flores despiertan y la naturaleza se renueva. Pero tras esta aparente armonía, se esconde un dilema complejo que enfrentan nuestras ciudades modernas: ¿cómo equilibrar las necesidades de “reverdificación” y adaptación al cambio climático con las expectativas y hábitos de los ciudadanos?

La Paradoja de las “Malas Hierbas”

Cada año, cuando la primavera asoma tímidamente, los ciudadanos esperan ansiosos que los parques, zonas verdes y alcorques sean desbrozados y limpiados. El desbroce llega a veces a ser una verdadera obsesión ciudadana... Las “malas hierbas” son eliminadas sin piedad, como si fueran intrusas en un jardín perfecto. Sin embargo, esta vegetación ruderal o espontánea, a menudo menospreciada, pero siempre valiente y obstinada en ocupar su espacio, tiene un papel crucial en el ecosistema urbano.

Las “malas hierbas” no son simplemente molestias visuales; son agentes de biodiversidad. Fomentan la polinización, atraen insectos beneficiosos y contribuyen a la salud del suelo. Al eliminarlas, privamos a nuestra ciudad de estos beneficios sistémicos. Es hora de replantearnos nuestra relación con estas humildes plantas.

El Desafío del Planeamiento Urbano

Históricamente, el planeamiento urbano no ha considerado adecuadamente tampoco la importancia de la vegetación. Las especies arbóreas se seleccionaban sin criterio, a menudo por promotores inmobiliarios más preocupados por la estética o simplemente el precio que por la funcionalidad. ¿Cuántas veces hemos visto árboles inadecuados para el entorno urbano, como especies caducas plantadas en calles donde la sombra es bienvenida durante todo el año o al revés, especies de hoja perenne en calles estrechas o con edificios altos, que en invierno agradecerían mucho algo más de luz y calor?

La falta de planificación estratégica en estas materias medioambientales o de sostenibilidad en tiempos pasados, ha dejado a nuestras ciudades con un legado de árboles mal ubicados y una gestión de zonas verdes que no siempre lograba superar esos retos que eran “de nacimiento” o conceptuales. Los responsables municipales actuales se enfrentan al enorme desafío de equilibrar esta realidad compleja con las demandas de una gestión técnica moderna y la urgencia climática.

El Dilema Ciudadano

Los ciudadanos, por su parte, tienen sus propias expectativas. Muchos consideran que los árboles son “demasiados”. Se quejan de que les obstruyen las vistas, les roban la luz del sol y atraen insectos y “bichos” en forma de invitados no deseados en sus viviendas. La “basura” que cae de los árboles, como resina, polvo y hojas, que ensucian aceras y vehículos estacionados, también es motivo de disgusto. En Málaga son paradigmáticas de ese dilema las abundantes y bellas jacarandas, que unos alaban y admiran mientras otros odian y maldicen...

Pero aquí radica la paradoja: ¿cómo satisfacer las necesidades de “reverdificación” y al mismo tiempo complacer a los ciudadanos? Los responsables municipales deben hacer malabares para encontrar un equilibrio. La gestión moderna de zonas verdes debe considerar tanto la salud del ecosistema como las expectativas de la comunidad.

Hacia una Ciudad más Verde y Consciente

La solución no es eliminar todos los árboles ni dejar que las “malas hierbas” se apoderen de nuestros espacios verdes. En cambio, debemos educar y sensibilizar a la ciudadanía sobre los beneficios sistémicos de la vegetación urbana. Debemos ayudarles a superar expectativas y prácticas obsoletas, como la poda anual o el “mantenimiento de manicura” de parques y zonas verdes. Los árboles y las zonas verdes algo más naturales y orgánicas no solo embellecen nuestras calles, sino que también nos protegen del calor, mejoran la calidad del aire y nos conectan con la naturaleza.

La planificación sostenible estratégica en esta materia debe ser la norma, no la excepción. Seleccionar las especies y tallas adecuadas, la sombra y la biodiversidad, la rotación y orientación solar, los vientos predominantes, el ruido que se produce en una zona por las vías que la recorren, deben considerarse constantes en el planeamiento urbano, así como adoptar prácticas de mantenimiento sostenibles y planificar un incremento significativo de la cobertura vegetal de la superficie urbana. Además, debemos escuchar a los ciudadanos y comunicarles la importancia esencial de la vegetación en nuestras vidas cotidianas.

En última instancia, reverdecer nuestras ciudades no es solo una cuestión de plantar árboles; es un compromiso con un futuro más sostenible y resiliente. Así que, la próxima vez que veas una “mala hierba”, piensa en su papel vital en el tejido urbano y en cómo podemos, de hecho, debemos, coexistir en armonía con la naturaleza que nos rodea.