“Lo que hace al Elogio valioso, como al oro y a los diamantes, es su escasez”
Samuel Johnson
Cuenta Colin L. Powell en su autobiografía, “Mi Viaje Americano”, una anécdota de sus tiempos como Coronel en Corea.
Powell había realizado un gran esfuerzo para cumplir los deseos de su comandante, el General de División "Gunfighter" Emerson. No era una orden con la que él estuviese de acuerdo, pues se trataba de intentar impresionar a un dignatario de visita. Powell sentía que el ejercicio era una pérdida de tiempo y energía para sus hombres. Sin embargo cumplió las ordenes y llevó a cabo la tarea.
Una vez finalizado aquél tormento, Powell se sintió como un farsante. Cabizbajo, se encontraba visiblemente avergonzado. Un sargento primero tropezó con él mientras se alejaba. "Ha sido para morirse de risa, ¿no es cierto señor?"
"Ha sido una idiotez," exclamó Powell. "Odio ver a las tropas haciendo tonterías, y odio ser yo el único responsable."
El sargento permaneció un rato en silencio. "Coronel Powell, no se preocupe. No sabíamos de qué se trataba, pero los hombres saben que algo tan estúpido no puede haber sido únicamente idea suya. Creen en Usted. No se lo tomarán en cuenta. Lo hicimos porque Usted nos necesitaba. Relájese. Señor."
Lo que realmente me impresionó de la historia del General Powell fue el párrafo siguiente. "En todos mis años en el Ejército nada me ha emocionado tanto como las palabras de aquél sargento en aquellas horas bajas, por encima de las menciones, medallas y promociones, por encima de todos los honores."
He aquí a uno de los hombres más admirados y respetados del mundo profundamente conmovido por las palabras amables y comprensivas de un subordinado. Seguramente aquel sargento ni siquiera recuerda lo que le dijo aquella noche a Colin Powell.
En alguna ocasión a lo largo de vuestra vida, seguro que hubo alguien cuyas palabras de ánimo o de estímulo resultaron cruciales en un momento importante.
Todos somos capaces de influir en los demás. Y casi nunca nos damos cuenta de cómo nuestras palabras pueden impresionar a otros. Nuestras palabras, nuestros actos, nuestro carácter, pueden dejar una huella imborrable en otras personas. Si buscáramos constantemente la manera en que podemos animar y apoyar a los demás, sin duda marcaríamos la diferencia.
¿A quién puedes animar o reconocer hoy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario