En los últimos años, la Economía Circular ha emergido
como un paradigma transformador, un nuevo paradigma económico que supere los
excesos de la economía lineal del extraer, producir, usar y tirar. Su objetivo
es claro: reducir drásticamente el uso de recursos naturales, ralentizar y
extender los ciclos de vida de los productos, reducir el desperdicio,
reutilizar y reciclar los materiales y cerrar los ciclos de producción. Sin
embargo, la prisa por implementarla en todas sus fases, junto con la Agenda
2030 y el “pacto verde” europeo, ha generado un rechazo palpable entre la
población. Esto ha resultado últimamente evidente en algunas de las pancartas
que adornaban los tractores de los agricultores que recorrían carreteras y
calles de España y otros países de Europa en las últimas semanas. ¿Por qué?
El Dilema de la prisa
La urgencia por adoptar prácticas sostenibles es
comprensible. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación
ambiental requieren respuestas audaces e inmediatas. En esto siempre recuerdo
la máxima latina “Audentes fortuna iuvat” (la fortuna ayuda a los que se
atreven). Sin embargo, la prisa excesiva puede tener consecuencias no deseadas.
Veamos algunos puntos clave:
1. Desconexión con la Realidad
La velocidad a la que se promulgan leyes y regulaciones
puede alejarnos de la realidad. Los agricultores, por ejemplo, sienten que las
imposiciones normativas europeas no consideran sus necesidades específicas. La
sostenibilidad, la trazabilidad y la seguridad en materia laboral o de salud e
higiene, son vitales, pero deben aplicarse de manera realista y adaptada a cada
contexto. Los agricultores quieren estar en sus campos, cultivando la tierra y
no dedicando un tiempo creciente a usar complejas herramientas informáticas o
cumpliendo requisitos burocráticos para los que no ven el sentido o utilidad.
2. Desventajas Competitivas
Los productores europeos se enfrentan a una paradoja.
Mientras luchan por cumplir con las normas, sus competidores extracomunitarios
no están siempre sujetos a las mismas restricciones. Esto crea desventajas
competitivas que afectan su viabilidad económica. La igualdad de condiciones
debe ser una prioridad. Las reglas de juego deben ser iguales para todos.
3. Rechazo Popular
Las manifestaciones de agricultores en toda Europa son un
grito de descontento. Los mensajes en contra de las políticas medioambientales
se multiplican. La población percibe que se les exige demasiado, mientras otros
actores globales no asumen responsabilidades equivalentes. La brecha entre la
teoría y la práctica se ensancha. Este rechazo es aprovechado políticamente
también por algunos y, como en el caso de algunos grupos republicanos en
Estados Unidos o partidos populistas europeos, el círculo multicolor de los 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible, se ha convertido en una suerte de
pentagrama satánico. Esto es inadmisible pero será complicado de revertir.
¿Qué Podemos hacer?
Es hora de reflexionar. Quizás debamos atemperar el paso
con el que implementamos estas medidas. Aquí algunas ideas:
1. Educación y Diálogo
Comunicar de manera efectiva es crucial. Explicar los
beneficios de la Economía Circular y la sostenibilidad es esencial para ganar
apoyo público. El diálogo con los agricultores y otros actores es fundamental
para encontrar soluciones equilibradas. En este esfuerzo es fundamental que
empresas y corporaciones eviten la tentación de caer en el denominado “greenwashing”;
lo que podríamos llamar “postureo sostenible”. No podemos vender “circularidad”
cuando tan sólo estamos gestionando mejor nuestros residuos.
2. Equidad Global
Si queremos un mundo más sostenible, debemos nivelar el
campo de juego. Las regulaciones aplicadas a los productores europeos deben
extenderse a los productos importados. La coherencia es clave. Los retos son de
todo el planeta y de nada sirve que unos nos lo tomemos muy en serio, si otros
siguen haciendo las cosas igual que siempre.
3. Flexibilidad y Adaptación
Las leyes no son estáticas. Deben evolucionar con la
realidad. Flexibilidad y adaptación son esenciales para evitar el rechazo
popular. No se trata de renunciar a la sostenibilidad, sino de aplicarla de
manera inteligente y justa. Aquí mencionaría el caso de las zonas especiales de
bajas emisiones -ZBE-, una experiencia que progresiva y voluntariamente han ido
poniendo en marcha numerosas grandes ciudades europeas, para contribuir a
alcanzar los niveles de calidad del aire que establece la normativa europea,
pero que en España han sido impuestas obligatoriamente para todas las ciudades
de más de 50.000 habitantes, en las que vive más de la mitad de la población
del país, por la ley de cambio climático y transición ecológica. Una medida sin duda
audaz, pero que quizás recoja más rechazo y desapego que resultados tangibles
en ciudades de tamaño mediano, entre los 50 y 100 mil habitantes.
En resumen, la Economía Circular es un camino necesario,
imprescindible, pero no debemos correr tan rápido que dejemos atrás a quienes
la implementan. No debemos olvidar que la economía de mercado, el capitalismo,
llave y clave para la prosperidad vivida por la humanidad en el último siglo y
medio, está en gran medida basada en los preceptos y mecanismos de la economía
lineal y un modelo tan exitoso y que ha resultado tan eficiente no se cambia de
la noche a la mañana, aunque resulte vital su reforma y revisión y los plazos
sean tan apretados y los objetivos tan ambiciosos. La sostenibilidad y el
desarrollo sostenible deben surgir y ser resultado de un esfuerzo colectivo,
global y equitativo, asumido y compartido por todos los sectores económicos y
el conjunto de los ciudadanos. Solo así lograremos un futuro más sostenible y
justo para todos.
Querido Luis, la desconexión de los políticos con la realidad es un hecho! Basta con hacer una estadística que refleje cuantos de ellos no han tenido nunca, en toda su vida, ninguna otra ocupación que la política.
ResponderEliminarCuantos han pagado una nómina? Cuantos han tenido que pedir y luego pagar un crédito? Cuantos han tenido que implantar un plan LGTBI o un canal de denuncias o un análisis salarial o un sistema de fichaje o pagar a proveedores o cobrar de clientes???
No tienen ni la más remota idea de lo que supone todo eso y sin embargo no paran de generar normativa que lo único que hace es… restar competitividad frente a otros productores.
Las protestas de los agricultores son la punta del iceberg!!!
Todo un reto aunar la adaptación al cambio en todos los aspectos de nuestra vida, siempre sin olvidarnos de lo más importante las personas
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